domingo, 28 de noviembre de 2010

La Isla de Santa Clara

Situada en plena Bahía de La Concha, con el monte Urgull a un lado y al otro Igueldo, la Isla de Santa Clara preside San Sebastián cobijándola de las mareas y formando un paisaje único en el mundo.

¿No se nota que soy de allí, verdad? Desde siempre, "La Isla" ha sido un plan dominguero por excelencia en los días de verano, y una presencia perenne en La Concha, símbolo de la ciudad. Desde pequeño me ha gustado disfrutar de esas jornadas estivales y familiares. Pero empecemos por el principio...

Únicamente los valientes se atreven a ir hasta La Isla a nado, el resto de las personas podemos llegar disfrutando del paseo en barco que nos espera amarrado en el puerto y nos deja en nuestro destino.


Santa Clara es poco más que un peñasco, con un espigón, una pequeña playa que desaparece con la marea alta y muchos caminos y cuestas que la recorren de extremo a extremo. El conjunto se ve de un vistazo y parece sacado de una serie veraniega donde te puedes imaginar a los niños llevando la nevera con las tortillas de patata y las cervezas de sus padres. Por desgracia, desde hace años las modas cambiaron, y hoy en día sólo unos pocos melancólicos pasan los domingos aquí.


En su parte delantera comenzamos nuestra visita. Ya que la playa sólo está disponible cuando las mareas lo permiten, nos vemos "obligados" a mantenernos en la zona asfaltada y el espigón, donde se agolpan las toallas de los padres que vigilan cómo sus hijos (y yo) saltan al agua congelada desde los 2 metros de altura que tien e el saliente. Por Dios, tened cuidado y saltad sólo con marea alta, asegurándoos de que hay profundidad suficiente, no quiero ser responsable de un mal final.


Comenzamos a subir hacia el faro y a mitad de distancia nos encontramos las mesas donde, como buenos domingueros que somos, montaremos nuestro campamento base para el resto del día. Las sombras y el cesped son unos perfectos aliados para los instantes de sol, pero también un hogar perfecto para lagartijas, orugas y (hace años) conejos.






Ahora hacedme un favor, y no os quedéis todo el día jugando al mus o tumbados. Poneos vuestras zapatillas o sandalias y dedicad un rato en subir al faro. Desde allí tendréis la ocasión de disfrutar de una de las mejores vistas de la Bahía y San Sebastián.


Si seguís paseando un rato, desde la parte trasera se puede disfrutar de un horizonte azul inacabable sólo roto por los barcos que lo surcan y los pequeños veleros de aquellos afortunados que disfrutan a su manera de estas aguas.


Antes de cerrar el círculo y volver a nuestro café, las rocas desgastadas por las olas nos señalan el Castillo de Igueldo, próxima entrada de este blog y otro de los símbolos de mi ciudad.



A media tarde ya toca coger de nuevo el barco y volver a tierra firme, que si no acabaréis con el mismo catarro que me llevé yo de recuerdo de mi última visita XD.

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