domingo, 16 de enero de 2011

Diciembre en Mallorca: Del Puerto a la Tramontana

Mi segunda visita a Mallorca y esta vez con mi cámara colgada del cuello...

En un sólo fin de semana no da tiempo a hacer mucho, y menos aún si el tiempo no acompaña para los planes que se tenían pensados; aún así, fue un buen finde de contrastes entre mar y montaña.

El día de que llegamos pudimos disfrutar de una genial paella y fiduá en el puerto del Molinar, tras lo cual dimos una vuelta por el paseo disfrutando de un bonito (y frio) atardecer:

El frío no me dejó sacar muchas más fotos (mira que comprarme unos guantes para poder usar la cámara con frío, y cuando más los necesito dejármelos en la mochila...).

En fin, tras una noche de fiesta mallorquina el sábado fue un día tranquilo sin nada que fotografiar, así que el domingo nos levantamos con ganas de ir a la Tramontana a hacer una marcha. Por desgracia la lluvia y la niebla nos fastidiaron el plan, así que nos tuvimos que conformar con subir en coche y dar una vuelta entre embalses y miradores. 

Parece mentira que en una isla famosa por sus playas, veranos y turistas uno pueda encontrarse estos paisajes de montaña; así que a ver si la próxima vez tenemos más tiempo para visitarlo y una visita con mejor tiempo.

Hasta entonces, espero que os valga con este mini-post de nuestro viaje express. Que no se me olvide dar las gracias a Tamara  una vez más por llevarme, y sobre todo a mi cuñada Mamen, a  Fede, a Jose, etc. por acogernos, llevarnos, enseñarnos y acompañarnos por Mallorca en todo momento.

lunes, 13 de diciembre de 2010

Vistas desde la Almudena

Una de las tradiciones que me encanta es la de salir a pasear por el centro de Madrid en Diciembre a pasar frio y ver las calles más castizas. Este año decidimos juntarnos unos cuantos a ver el museo de la Catedral de La Almudena y ver las vistas desde su terraza, pero la historia empieza abajo, junto al Palacio Real.

No voy a daros una clase de historia porque ni la sé ni puedo ganar a la Wikipedia, pero sé que no puedo morirme sin entrar a visitar el Palacio Real que tantas veces he visto por fuera y que ninguna he visto por dentro. Pero hasta que cumpla este reto personal os dejo las fotos de su fachada y patio, tan lleno de historia y por desgracia casi conocido únicamente por el paseíto en la boda del Príncipe.

Vistas del Palacio Real desde el Balcón de La Almudena.
Palacio Real de Madrid.

Una vez juntos todos los improvisados turistas que habíamos quedado allí, nos damos la vuelta y vemos una fachada que poco tiene que ver con las grandes catedrales de España como Burgos, León o Santiago. Digamos que La Almudena es algo así como una Iglesia normal en una ubicación especial, pero arquitectónicamente, a mi humilde entender, está más cerca de un supermercado que de una maravilla del mundo.
 Fachada de La Catedral de La Almudena.
Torres de la fachada de La Almudena vistas desde su azotea.

El museo es una subida constante de escaleras mientras te rodeas de todo tipo de vestiduras papales, de cardenales, mitras, cálices, etc... Es curioso y didáctico. Desde luego no esperéis nada inolvidable, pero si son parte de nuestra historia y de la historia de Madrid y España, y por lo poco que cuesta verlo merece la pena. Además, si vivís en Madrid os harán un descuento en la entrada.

Lo realmente impactante llega al final de la escalera, cuando te asomas a una barandilla y ves (si las grúas lo permiten) el techo de Madrid. Son casi 360 grados de vistas, tejados, torres, paisajes y calles que se pierden en el infinito. Un plano de Madrid en primera persona.

Vistas del Centro de Madrid desde la azotea de La Almudena.
Vistas de Madrid y del Seminario desde La Almudena.

Junto a vosotros, ahí arriba estarán los eternos acompañantes de estas alturas: peregrinos, Quijotes y Sanchos, Santos... todos de piedra fría e inmóviles, sin vértigo ni prisas.


Una vez terminada la visita a la azotea y el museo, podréis visitar el interior de la Catedral. De ahí paseando a las calles del centro, con sus luces navideñas, sus ríos de gente, sus escaparates, calles antiguas, edificios enormes y casas pequeñas, la Plaza Mayor, el Mercado de San Miguel, la Puerta del Sol, la calle Arenal, y tantas cosas de visita obligada que mejor, en vez de un día, le dedicáis varios y así no os dejáis nada de lo que luego os arrepintáis. 

Espero que para mi no quede un año hasta el próximo tour castizo.

domingo, 5 de diciembre de 2010

Dononstia - San Sebastián

Con la nieve cayendo ya sobre Madrid, por fin doy por terminada con estas líneas mi descripción de los días que pasé en San Sebastián con mi familia en verano, disfrutando de la Semana Grande como cada Agosto y volviendo a visitar cada rincón de la ciudad que me vio nacer.

Lo que aquí os pongo hoy es un conjunto de fotos y lugares que no he enseñado en las anteriores entradas y que me veo obligado a no dejar de lado.

Empiezo mi visita por el puente de la Zurriola, esa última pasarela sobre el río Urumea que deja a un lado la Avenida, al otro el Kursaal y frente a nosotros la desembocadura del río que por fin llega al Cantábrico.

 Vistas de la desembocadura del Urumea desde el puente de la Zurriola.

A su izquierda llegamos a la Parte Vieja de San Sebastián, un entramado de calles donde las tiendas de turistas y los bares de pintxos pelean por cada esquina. Pasear por esta zona y entrar a probar los pintxos y mejillones pasando por la plaza de la Constitución o visitando la Iglesia de Santa María es una gozada imprescindible tanto para guiris como para donostiarras.

Balcones de la plaza de la Constitución.

Calle Mayor de la Parte Vieja. Se puede observar el Buen Pastor al fondo.

Tras atravesarla llegamos al puerto y las escaleras que nos llevan al monte Urgull y el paseo del cura, dejando por debajo de nuestras cabezas la Parte Vieja y disfrutando de otras vistas maravillosas de la Bahía y la ciudad entera.

Tejados de la Parte Vieja. Desde el Paseo del Cura.

Recreación de los cañones que antaño vigilaban la Bahía de La Concha.
Vistas de Santa Clara e Igueldo desde los miradores del monte Urgull.

Bajando hacia el centro y siguiendo la Calle Easo llegamos a la parroquia del Buen Pastor. Esa Catedral que quizás no sea la más bonita ni la más grande del mundo, pero es en la que me bautizaron, en la que fui a catequesis e hice la comunión, y a cuyos jardines me llevaba mi madre a jugar cada día al salir de Marianistas.

Fachada princiapl de la Catedral del Buen Pastor.

Volviendo por la Calle Hernani llegamos por fin al paseo de La Concha. La Playa por excelencia de San Sebastián, cuya barandilla forma parte de cuadros, fotos, recuerdos y colgantes... Que en verano se llena de turistas luchando por huecos imposibles, flanqueada por Urgull e Igueldo, vigilada por Santa Clara y habitada por títeres, paseantes y bañistas.


Tal y como decía al principio, aquí termina mi descripción de las vacaciones que un año más pasé en Donosti, disfrutando de la familia y las fiestas, de una Semana Grande o Aste Nagusia que seguro volverá en el 2011 con más fuegos artificiales, gigantes y cabezudos, conciertos y comidas familiares.