miércoles, 25 de agosto de 2010

Cuatro días por Portugal: Guincho, la Expo para terminar (IV)

El último día nos lo queríamos tomar con calma, sin prisas ni caminatas largas... Así que nada mejor que ir por la mañana a la playa. Junto al camping estaba la playa de Guincho, famosa entre windsurfistas.
Ahora os doy un consejo... Si una playa es famosa por la práctica del windsurf significa que, seguramente, hará mucho viento... Es difícil describir la fuerza con que el viento te empujaba en esa playa. Obviamente no había bañistas ni gente tomando el sol, únicamente gente con neopreno y tablas metidos en el agua. Y sinceramente, me alegro de que sea así; la playa es tan bonita y salvaje que si fuese cómoda para turistas probablemente hace tiempo que la habrían invadido los chiringuitos, las sombrillas y las neveras con bocatas de tortilla.
Tras quitarnos el mono de bañarnos, aunque fuese en la piscina del camping, por la tarde fuimos a la zona en la que se celebró la Expo de Lisboa.
Es una zona amplia y ajardinada a orillas del Tajo donde llama la atención la alta Torre Vasco da Gama. Por desgracia estaba en obras y no pudimos ni entrar ni subir.
Por suerte para Lisboa, y al contrario que en otras ciudades donde se han realizado Exposiciones Universales, han intentado dar vida a las naves y lugares de exposición, convirtiéndolos en restaurantes, bares y más exposiciones. Además recorre el lugar un teleférico en el que podéis subir (si pagáis el precio desorbitado que piden, claro: unos 8 euros por un corto paseo).
A poca distancia de toda esta zona está el puente más largo de Europa, con más de 17 Km de longitud. Sus vistas desde una orilla del Tajo hacen que el otro extremo se pierda en el horizonte. Hay numerosos embarcaderos de camino al puente que os permitirán disfrutar de las vistas.
Y aquí terminó el viaje, al día siguiente al coche y otros 700 Km hasta casa. Pero antes de terminar la última entrada del viaje permitirme una última foto... Gracias por la paciencia, por aguantarme a mi cámara y a mi y por ser lo mejor del viaje: "Obrigato" XD

Cuatro días por Portugal: Inferno, Penas y Mouros (III)

El tercer día de viaje decidimos dejar de lado Lisboa y ver un poco dos pueblos cercanos al camping de Guincho en el que estábamos: Cascais y Sintra.

La primera de ellas, Cascais, es una pequeña ciudad costera cercana a Estoril. Sus calles y playas recuerdan a la típica ciudad veraniega en la que puedes disfrutar de paseos entre palmeras y baños en playas de arena blanca.

A poca distancia andando del centro de la ciudad (unos 10 minutos) llegaréis al Palacio Dos Condes de Castro Guimarães, un edificio-museo con unos jardines muy tranquilos por donde pasear, y cuyo interior podréis recorrer gratuitamente viendo suntuosas habitaciones y pasillos llenos de lujos.
Unos 5 minutos más andando y llegáis al lugar más espectacular de Cascais: Boca do Inferno.Una zona de acantilados y paredes rocosas preparada a base de miradores para poder disfrutar de las vistas del agua y las olas chocando contra los muros de piedra. También podréis parar un rato para tomar algo en las terrazas de la zona y comprar recuerdos en los puestos que hay colocados para los turistas como nosotros XD
Tras volver otra vez a Cascais y pasear por las calles del centro plagadas de turistas, cogimos el coche (que milagrosamente habíamos conseguido aparcar sin pagar parking) y fuimos a Sintra. Allí hay una visita imprescindible y luego muchas entre las que hay que elegir alguna: nosotros decidimos que fuese el Castelo dos Mouros.
El Palacio Da Pena está algo alejado del centro de Sintra, si lleváis coche podréis aparcar en los bordes de la carretera no muy lejos de la entrada y, si no, podéis preguntar por los autobuses que suben desde el pueblo. Una vez allí y tras comprar una entrada combinada para nuestras visitas, hay que seguir subiendo a pie por empinadas cuestas hasta llegar al Palacio, donde las vistas, los colores, las construcciones y la magia del lugar os impresionarán seguro:
Deshaciendo parte del camino andado, llegamos al Castelo Dos Mouros, una especie de montaña amurallada donde encontraréis básicamente dos cosas: escaleras y vistas para gente sin vértigo. Lo primero os dejará sin fuerzas en las piernas, pero os recompensa con lo segundo, unas vistas de Sintra por un lado y del Palacio Da Pena por otro. Sin duda mereció la pena la paliza que nos dimos.

Antes de volver al camping nos pasamos a ver el atardecer por la playa de Guincho. Bonito, ¿verdad?

lunes, 9 de agosto de 2010

Cuatro días por Portugal: De Belén al Cristo Rey (II)

Después de la paliza del día anterior, el Jueves se presentaba bastante calmado, había pocas cosas que ver y aún menos para andar, así que con mucha calma cogimos el coche en Guincho y media hora después aparcamos a los pies del Monumento a los Descubrimientos:


Un enorme "barco" de piedra construido hace tan sólo 50 años y adornado con figuras de famosos personajes de la historia de Portugal, fue construido por el 500 aniversario de la muerte de Enrique el Navegante, que dirige el monumento desde su proa.



Si impresiona desde abajo lo hace aún más desde el mirador que esconde en su parte más alta, donde se pueden ver unas magníficas vistas de la Torre de Belén, el Tajo y el Monasterio de los Jerónimos.


Tras ver una exposición fotográfica de la historia del puerto de Belén que se mostraba en la planta inferior del monumento, y a tan sólo 5 minutos andando del monumento se encuentra uno de los símbolos de la ciudad: La Torre de Belém. Un edificio del Siglo XVI que sirvió en su momento como centro de recaudación para entrar en la ciudad y como protección de la desembocadura del Tajo.


Por supuesto, también su visita creo que es obligada, aunque preparaos para subir muchísimas escaleras de caracol, estrechas y que parecerán que te llevan de una planta a otra sin terminar nunca de subir. Eso sí, una vez arriba las vistas vuelven a compensar el esfuerzo.


Tras la Torre de Belén nos dirigimos Tamara y yo hacia el Monasterio de los Jerónimos, tercera parada del día y otro "imprescindible" en cualquier visita a Lisboa. Lo bueno es que se encuentra en la misma zona que los dos anteriores. También del Siglo XVI y construido para conmemorar la vuelta de las Indias de Vasco da Gama, os sorprenderéis con su tamaño y fachada, pero aún más con su interior, el Claustro es uno de los lugares más bonitos del viaje, y la iglesia os impresionará de igual manera.


Era el momento de realizar una parada en boxes para comer, y a unos minutos del monasterio encontraréis muchos bares que os ofrecen menús típicos a base de pescado que podréis redondear pasandoos por la pastelería tradicional que vende los pastelitos de Belém.
Con el estómago ya lleno nos montamos en el coche para acabar el día visitando el mirador del Cristo Rey. Una réplica del que se encuentra en Rio de Janeiro y no apto para gente con vértigo.




Para terminar la entrada de este día os dejo un par de fotillos hechas desde el mirador del Cristo Rey. La próxima entrada: Cascais y Sintra.