Pasear por Córdoba es moverse entre religiones, jardines, palacios y ruinas...
En primer lugar fuimos al Alcázar de los Reyes cristianos, con sus impresionantes jardines. Están muy bien cuidados, y es un lugar genial para hacer fotografías, echándole imaginación, o simplemente fotos para el recuerdo (aunque cuesta esquivar a la gente que lo visita):
Dejando atrás los jardines, el Alcázar y el Cristianismo, nos dirigimos a Medina Zahara, una ciudad árabe en ruinas, donde se puede intuir la majestuosidad de lo que algún día fue aquello.
Las vistas desde allí son impresionantes, de una Córdoba en la que, una vez caída la noche se mezcla el misterio de sus historias con el ajetreo de los turistas:
Durante el día nos dedicamos a pasear por la judería, viendo cómo Córdoba pierde gran parte de su misterio a costa de ganar vida, colores y ritmo. Es un constante ir y venir de gente por sus callejuelas, sus zocos y patios...
Obviamente, no podíamos dejar Córdoba sin ver la Mezquita. El símbolo de la ciudad. Un impresionante bosque de columnas y arcos, al que quiero volver porque las prisas nunca fueron buenas, y cuando tienes tanta historia frente a ti es muy fácil dejarse cosas por ver.